TEXTO: Alvaro Izaguirre.
Fue en el mes de octubre del año 2000 cuando escuché una canción con la letra del título que les presento. Se trató de un festival de talentos que dió frutos importantes, y un año antes (1999) en su primera edición me permitió conocer personas excepcionales que luego se convirtieron en grandes amigos de la Comunidad Monte Carmelo.
Fue en el mes de octubre del año 2000 cuando escuché una canción con la letra del título que les presento. Se trató de un festival de talentos que dió frutos importantes, y un año antes (1999) en su primera edición me permitió conocer personas excepcionales que luego se convirtieron en grandes amigos de la Comunidad Monte Carmelo.
Esa
canción traerá gratos recuerdos a muchos contemporáneos que coincidimos en una época
de cambios para una de las comunidades carismáticas mas emblemáticas de Guatemala.
Mis hermanos en Cristo y yo, podemos dar testimonio y manifestar, que tuvimos la dicha de entregar nuestros mejores años de juventud y de fuerza al servicio de Dios, y eso
impactó definitivamente el curso de nuestras vidas.
De
cuantas cosas nos libró Dios, por el simple hecho de buscarle, en el intento fallamos
y no actuamos con perfección; sin embargo como principio bíblico todo ayudó para bien, y ha quedado escrito en el libro de las obras.
Los
desvelos de las vigilias, las instaladas, las asambleas juveniles, los días de
limpieza, las tocadas musicales, y qué decir de servir en los retiros que constituía todo un
privilegio ser llamado a integrar el equipo de servidores.
Por
diversas razones, muchos ahora buscamos al Señor en otras congregaciones; sin embargo el impacto de esos años aún sigue
vigente, ya que TODOS, SIN EXCEPCIÓN somos personas de bien y seguimos buscando y
sirviendo a Dios.
Felicito a los que de esa generación que aún siguen peleando buenas batallas y enseñando a los jóvenes, compartiendo su experiencia.
En
el mes de noviembre no podía dejar de dedicar unas líneas en su 32 aniversario
y a la vez saludar a mis mentores, que desde
crecimiento uno me persuadían a memorizar citas bíblicas. Todo eso marcó mi vida para siempre.