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Imagen tomada de Internet |
OTORGANDOLE OTRO MATIZ a la parte final de la canción tan popular de los Acosta y que hizo famosa en Centroamérica
Marito Rivera.
A título
personal cuantas veces hay que decir esas palabras, “PERO TE JURO VIDA MÍA, QUE
YO DE ESTA ME LEVANTO “ a uno mismo, a las personas que te rodean, cuantas
veces, simple, pues ¡cuantas veces sea necesario!
No es
que la vida sea prueba y error; sin embargo siempre existe la posibilidad de
enmendar el camino, de reparar los daños, a veces no es fácil y no está en las
manos propias poder hacerlo, pero hay que intentarlo.
La
primera opción debería ser la que tuvo María, madre de Jesús, cuando faltó
el vino en la bodas de caná de Galilea, inmediatamente recurrió al único ante
quien podría encontrar GRACIA para obtener lo sobrenatural.
Lo
bueno no puede comenzar hasta que lo malo terminé, sin embargo tampoco lo malo puede terminar hasta que lo bueno comience.
Cuando
las cosas no salen como pensamos es tiempo de entender de que debe haber un
propósito detrás de ello y que a veces hay que recomenzar las cosas, por más
doloroso que parezca.
Existe
una promesa de Dios en Joel 2:25 “Entonces los compensaré por los años en que devoraban
la langosta, El pulgón, el saltón y la oruga, Mi gran ejército,
que envié contra ustedes.
Se dan cuenta, es DIOS mismo prometiendo que propiciara momentos
para aprovechar las oportunidades perdidas.
La
desobediencia trae consecuencias graves, pero quiero recordar otra promesa (2 Timoteo 2:15). “Fíate de Jehová
de todo tu corazón; y no te apoyes en tú propia prudencia. Reconócelo en todos
tus caminos, y él enderezará tus veredas.
El proceso no será de la noche a la mañana pero
nadie que confié en Dios quedará avergonzado.
Hoy es tiempo de decir… pero te juro vida mía,
que yo de ésta me levanto.